lunes, 26 de diciembre de 2011

LA TERAPIA

-       Por favor despejen el pasillo, es una urgencia!
-       ¿Qué tenemos?
-       Varón, unos treinta años. Presenta hipotermia, principio de congelación en los dedos de las manos y neumonía.
-       ¿Está consciente?
-       Levemente consciente, pero no habla y apenas responde a estímulos.
-       ¿Habéis contactado con la familia?
-       No, no lleva documentación ni teléfono móvil

En Londres el día había amanecido gris. Tan gris como cualquier día de mediados de octubre allí. Pero para Juan, cada día resultaba más oscuro que el anterior.
Ya empezaba su cuarto mes en esa ciudad y los recuerdos y la añoranza de su tierra y su gente, le estaban pasando una factura demasiado elevada.
Acabó la carrera de Psicología en junio de 2010, a curso por año, siempre fue un buen estudiante. En el colegio y en el instituto sacaba muy buenas notas, a pesar de que tenía que entrenar varios días a la semana y que los findes tenía partido.
Jugó al fútbol hasta juveniles y después de dos temporadas en División de Honor, decidió centrarse en sacarse una carrera. Para muchos fue una sorpresa, para otros una decepción, ya que siempre habían visto en Juan un futuro futbolista profesional.
Al finalizar la carrera, cursó un Máster para especializarse en psicología clínica. Después, la rutina fue mandar y mandar currículums, para conseguir mucha desesperanza, una única entrevista y un puesto en la inmensa lista del paro.
A principios de verano, sufrió un golpe muy duro que lo dejó muy tocado; fue la gota que colmó el vaso. Así, que, de un día para otro, tomó el mismo camino que tantos españoles, y decidió irse a probar fortuna en otro país.
Parecía que algún rayo de luz se decidía a atravesar el cielo, Juan se esforzaba por dibujar una leve sonrisa en su cara, cuando, de repente, sonó su teléfono. Al principio, sorpresa, a continuación extrañeza, al final, una alegría inmensa. Colgó el móvil, cerró los puños y gritó a pleno pulmón, con los ojos empañados… “ Síiiiiii” le habían llamado del Centro de salud mental donde le entrevistaron. Tenía trabajo!! Volvía a Elche!!!!

-       Doctor, el paciente de la 503..
-       Sí, ¿qué le ocurre?
-       No nada, que ahora que ya está recuperado, ¿qué haremos con él?
-       Su trabajo como enfermera y el mío como médico ya ha acabado. El hospital ya no es su sitio. No es el primer indigente al que atendemos, y, por desgracia, no será el último.
-       Los dos sabemos que no es el típico indigente, no se… ni por su edad, ni por su ropa… fíjese en el corte de pelo, es reciente…
-       A efectos prácticos es un sin techo. No tiene documentación, nadie ha preguntado por él. Y además, sigue en estado catatónico y sin articular palabra. Hoy le trasladarán al Centro de salud mental.

 Juan llegó a su nuevo trabajo diez minutos antes de las ocho. Tenía casi la misma ilusión que aquél viernes por la noche que, con nueve años, jugó su primer partido en el parque deportivo. Su primer partido con el “kelmitos”, donde jugaría y ganaría tantos y tantos.
Vestía con bambas, vaqueros desgastados, camisa de cuadros, chaqueta con coderas y llevaba colgada una cartera de piel, donde guardaba su agenda, el cuaderno y la grabadora con la que iba a registrar todo lo que hablase con los pacientes.
A las ocho llegó el psiquiatra responsable del Centro. Su nombre era Enrique Benítez. Llevaba en ese trabajo casi treinta años, y todo lo vivido allí, le había llevado a ver a los pacientes, más como a expedientes que como a personas.
Esa misma sensación tuvo Juan, nada más entrar allí; poca luz, las paredes desconchándose, las puertas de color marrón oscuro con pomos redondos dorados, el suelo de terrazo gris… No había ni televisión, ni periódicos, nada que pudiese perturbar la tranquilidad de los enfermos, o, más bien, nada que les recordara que, más allá de ese claustrofóbico lugar, seguía existiendo un mundo.
Enrique le dio la bienvenida a Juan y enseguida se pusieron a revisar los expedientes de los internos. Ese día había llegado un nuevo paciente. No sabían su nombre. Se trataba de un indigente que había estado más de tres meses en el hospital por una neumonía muy complicada, y, que lo derivaban allí debido a que no hablaba ni respondía a estímulos.
Así que la primera función de Juan sería acompañar a Enrique en la entrevista de evaluación de ese recién llegado. Cuarenta minutos con Enrique haciéndole preguntas e intentando pasarle cuestionarios, y el paciente ni siquiera les miraba a la cara.
“ Juan, está claro que es un autista, esta misma tarde empezaremos con la medicación, es fundamental que esté calmado”. Juan frunció el ceño; le había sonado a que lo único que quería Enrique era tenerlo drogado y que no diese follón. Pero había algo en ese paciente… en esa mirada…
“Señor Benítez, con todos mis respetos, existen otras terapias menos agresivas, además de otras pruebas más específicas para el diagnóstico… ¿me deja a mí cinco minutos más?”. De repente, al interno le cambió la cara, se le desencajó la expresión y comenzó a repetir esas palabras: cinco minutos más, cinco minutos más, cinco minutos más…
“¿Has visto Juan? ¿Terapias alternativas? Como sois los recién licenciados. Pero me has caído bien, te daré una semana con él. Si tus métodos funcionan, perfecto, y, si no funcionan, habrás aprendido una lección importantísima: una cosa es lo que pone en los libros y otra lo que pasa en la vida real.” Juan aceptó el reto, era un ganador y estaba muy motivado.
Al día siguiente, el joven psicólogo entrevistaba a su paciente. Había estado toda la noche pensando en cómo dirigir esa terapia. Pero nada funcionaba, ni siquiera le miraba, y al final de la sesión, le dijo: “no sé cómo te llamas, no sé qué te pasa, pero te voy a ayudar, lo sé, tengo esa certeza dentro de mí. El paciente se levantó de la silla nerviosísimo, y, como el día anterior, repitió una y otra vez las últimas palabras: dentro de mí, dentro de mí… así finalizó la sesión; con el paciente alterado y el psicólogo abatido.
El miércoles, nueva sesión. Nuevas preguntas, las mismas no-respuestas, la misma inexpresión, y otro monólogo final, fruto de la desesperación: “Sé que me escuchas, lo voy a conseguir, veo lo que muestras a todo el mundo pero yo voy a averiguar lo que está detrás”. Como en los días anteriores, la misma reacción sobresaltada y de nuevo repitiendo: está detrás, está detrás, está detrás. Juan se fue muy triste, el tiempo se le acababa y además el jueves no había terapia.
Llegó la sesión del viernes. Juan había decidido no interrogarle, ni intentar pasarle ninguna prueba. Le sacaría algún tema de conversación informal, para intentar captar su atención de una forma más natural. Así que le dijo: “Hola amigo, te gusta el fútbol?” La reacción del paciente fue más alterada que en las anteriores ocasiones. Se levantó de forma más agresiva, pero esta vez no repetía; negaba con la cabeza y movía los brazos muy violentamente. Un enfermero tuvo que llevárselo. La sesión había acabado, cuando apenas había empezado. Esta vez, Juan se fue llorando a casa. Si el lunes no lo conseguía, el interno pasaría a manos de Enrique y él habría fracasado, como cuando en cadetes, fue eliminado por el Valencia en la primera eliminatoria de la fase final autonómica.
Ese fin de semana Juan no salió de su habitación. Leyó libros de terapia, buscó en internet, revisó apuntes del Máster… estaba desesperado. Ya era domingo y los mismos pensamientos le torturaban la cabeza. ¿Por qué repetía esa persona las últimas palabras de cada sesión? ¿Y si no era por ser las últimas y sí por ser precisamente esas palabras? ¿Dentro de mí?, ¿Está detrás? Igual se trataba de esquizofrenia y tenía alucinaciones. Quizá fue algo que vivió en la calle siendo un vagabundo. Pero, ¿cinco minutos más? Eso no cuadraba. O, si no, la reacción a lo del fútbol… ¿A que vino eso?
Cada minuto Juan se sentía más agobiado e impotente. Una sensación que conocía bien, ya que la había vivido no hace mucho. Fue entonces cuando, inmerso en esa sensación, algo en su interior hizo clic y todo parecía encajar. Sonrió de oreja a oreja. Sí, iba a ser eso, qué fuerte!
Juan llegó a la sesión del lunes sin haber dormido. Iba a ser el gran día. Se sentó con su paciente. Sacó de su bolso un periódico. El paciente clavó la mirada en la portada y Juan con lágrimas en los ojos, se abrazó a él. El interno le abrazó también, fuel el abrazo más emocionante de su vida.
“Sí, le hemos ganado 1-2 al Hércules. Mira cuánta gente de Elche había en la grada. El que está en la portada con Albacar es un delantero danés que nos ha cedido el Villareal, está como una cabra, pero ayuda mucho al equipo. El día del Granada yo también canté lo de: una pasión DENTRO DE MI… yo también grité: no es fuera de juego, Pelegrín ESTÁ DETRÁS del defensa y por supuesto, también supliqué que nos diesen CINCO MINUTOS MÁS. Después de ese día, decidí irme a Londres, pero lo tuyo fue más grave. Te vas a poner bien y vamos a subir!!!!
El paciente volvió de su estado de shock inmediatamente. Juan y David, que así se llamaba, ya vieron juntos en el Martínez Valero el triunfo ante el Barcelona B. Y, por supuesto, celebraron juntos, en La Glorieta, con miles y miles de ilicitanos, el ascenso a primera.

lunes, 7 de noviembre de 2011

La insoportable casualidad del ser

Cuando nos preguntan sobre las cosas importantes de nuestra vida, casi todos hablaremos sobre nuestra pareja, nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo….
Si nos referimos a esas cosas, lo hacemos orgullosos e ilusionados ya que son los pilares de nuestra vida y los hemos conseguido, forjado o mantenido a base de atributos tan positivos como el esfuerzo, el amor, la perseverancia…
Otros pueden pensar que son cosas fruto de nuestro destino; de ese mágico camino predeterminado para nosotros, del que no podemos escapar y en el que, demos los pasos que demos, no podremos alejarnos de las metas que éste nos depara.
Pero, ¿ seríamos capaces de soportar que todos esas cosas y personas que tenemos como los pilares de nuestra vida, no sean más que, auténticas y puras casualidades? ¿podemos asumir que los pilares de nuestra vida están cimentados sobre una suma de hechos casuales? Una suma de decisiones, que, en el momento de tomarlas, ni siquiera sospechábamos que fueran a tener esas consecuencias.
El propio nacimiento es una casualidad, una magnífica casualidad que hace que se unan ese espermatozoide en concreto, con ese óvulo en concreto, en ese preciso momento y no en otro. Y, ¿ de qué depende que hayamos nacido en nuestra actual familia y no en una africana o china? Pues simplemente de la casualidad.
Si hablamos de nuestra pareja, muchos querrán ver que fue Dios, o nuestro destino quien nos unió. Pero si hacemos el trabajo de reducir nuestra unión a la casualidad, podemos darnos cuenta que se pudo deber a que ese día que la conocimos, decidimos salir porque un amigo nos insistió, aunque debíamos habernos quedado a estudiar. Y a que fuimos al sitio A porque el sitio B, al que siempre íbamos estaba muy lleno. Y a que ella fue al sitio B porque ese día era el cumpleaños de una amiga que solía ir allí y no al sitio C donde iba ella normalmente. Y a que aunque estaba cansada y le dolían los pies se quedó, porque ese día se volvía con una amiga que estaba hablando con un chico muy majo. Y a que….. y así todas las que se nos ocurran
Si hablamos de nuestros hijos… pues la base son todas esas casualidades que hicieron que nuestra pareja (la mitad de la carga genética de nuestros hijos) sea esa y no otra, más, las propias casualidades implicadas en la gestación.
Hablando del trabajo… podríamos remontarnos a ese profesor de matemáticas, que nos las explicaba tan mal, y que hizo que no nos gustasen ni se nos diesen bien las ciencias. Y que estudiásemos letras en el instituto. Y la casualidad de que en selectividad saliese justo el tema que no te sabías, lo que hizo que no te diese la nota para estudiar tu primera opción y tuvieses que estudiar la segunda. Y….. y……
En definitiva, creo que sería una experiencia curiosa, que todos hiciésemos la “reducción a la casualidad” de nuestra vida. No para atormentarnos por el escaso control que tenemos sobre ella, si no para darnos cuenta, que cada decisión que tomamos, por leve que sea, puede ser de vital importancia para nosotros.
Por lo tanto, tomemos siempre las decisiones, siguiendo nuestros valores, de forma coherente, según nos dicte nuestro corazón y nuestra razón, porque como dijo el gran Steve Jobs,  No puedes conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tienen que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro."

viernes, 27 de mayo de 2011

EL QUE AVISA ES TRAIDOR

La calle está tomada por un grupo de jóvenes que reclaman una serie de cambios.
La “sociedad” actúa de diversas maneras para con ellos: les desprestigian por su forma de vestir o de peinarse; les tachan de gandules “ lo que deben hacer es ponerse a trabajar y dejar de tanta manifestación”; les criminalizan por los actos vandálicos de una minoría; les estigmatizan a ojos de los demás “ si están en contra del sistema, están en contra de la sociedad, están en contra de la gente normal como tú y como yo” “son antidemocráticos, la forma de cambiar las cosas está en las urnas y no en la calle”; les ridiculizan por sus creencias “ estos imbéciles quieren cambiar el sistema económico y social por el que nos hemos regido con éxito en las últimas décadas”; les reprimen con violencia “si es que eso es lo que tiene que hacer la policía, más fuerte les daba yo, que se vayan a sus casas y dejen de molestar”; les respetan, incluso les entienden, pero no les apoyan “si en el fondo tienen razón, las cosas están mal, pero por mucho que se empeñen, no se puede cambiar nada”…
No hablo de lo que la mayoría estáis pensando, no hablo de hoy y del movimiento 15-M, hablo de finales de los años 90, del nacimiento de los “grupos antiglobalización”, esa gente que manifestaba los efectos dañinos que podía tener esa radicalización del sistema capitalista y que expresaba que “otro mundo era posible”
Hoy, estando inmersos en una gravísima crisis económica GLOBAL, una crisis provocada por los principales instrumentos del sistema capitalista (bancos y bancos de inversión) basándose en uno de los  dogmas fundamentales del neocapitalismo “ al mercado no se le puede regular con leyes por parte de los gobiernos, el mercado se autorregula y es eficaz por sí mismo”, pues sí, hoy, como veis,  seguimos actuando igual con los que siguen pensando lo mismo.
Y me pregunto:
De quién nos tocará reírnos dentro de quince años? Que habrá pasado para que tengan que volver a exponerse a nuestro rechazo y nuestras críticas? Y lo más importante… qué tendrá que pasar para que les tomemos en serio????

jueves, 12 de mayo de 2011

Dejadme que os cuente la conferencia de Jorge Bucay

El jueves pasado asistí a una conferencia del psiquiatra y escritor Jorge Bucay. Fue en Orihuela, y el ponente, para hablarnos sobre la familia, eligió el título:  “ Una familia de cuento”
Resultó interesantísima y me gustaría compartir tres ideas y una reflexión con vosotros.
En primer lugar, este conocido y famoso escritor y columnista, fue presentado por el organizador de la gala con un : “ con todos ustedes, y, como él expresamente me ha pedido que lo presente, Jorge Bucay”.
Éste entro en escena y dijo “Buenas noches, soy Jorge”, con toda la naturalidad, dejando claro que él venía a mostrar y no a demostrar. Y aquí va la primera idea que nos transmitió (apoyada con un cuento evidentemente): una persona no es la fama que ha conseguido, ni los estudios que tiene, ni el trabajo que desarrolla, ni los libros que vende… UNA PERSONA ES AQUELLO QUE ES, AQUELLO QUE MUESTRA,AQUELLO QUE TRANSMITE,AQUEL LO QUE SIENTE.. .LA ESENCIA.
A continuación nos mostró unas imágenes de obras de Julian Beever. Un artista que realiza dibujos de tiza en la calle, cuya particularidad reside en las espectaculares ilusiones ópticas que recrea; siendo un dibujo realizado en el suelo, consigue efectos 3D asombrosos, que sólo pueden ser apreciados si nos situamos en una punto concreto del plano.
Estos dibujos, sirvieron para transmitirnos la segunda idea: TODAS LAS PERSONAS SOMOS OBRAS DE ARTE, SÓLO DEBEMOS SITUARNOS FRENTE A ELLAS EN LA PERSPECIVA ADECUADA.
Después ya se centró en la familia como tal. Y nos expresó lo que para él era una familia saludable o una buena familia. Nos expuso la serie de cualidades que debe tener, y todas empezaban con un “ familia saludable es la que nos enseña a…”, entre todas las que dijo podríamos destacar: la que nos enseña a  aprender de los fracasos, a no avergonzarnos de lo que somos o lo que pensamos, a valorar los pequeños logros, a comprender el punto de vista de otros, a agradecer lo que tienes, a no llorar eternamente por lo que ya no está, a aceptar los cambios, a reírte de ti para desarrollar tu humor, a dar y recibir, a seguir aprendiendo siempre, a celebrar la vida..
Es decir, y aquí va la tercera idea, UNA FAMILIA SALUDABLE ES AQUELLA QUE TRANSMITE UNOS VALORES Y UNAS ACTITUDES QUE NOS AYUDARÁN A TENER UNA VIDA MÁS PLENA.
Ésta última idea, junto con las dos anteriores, son algo en lo creo que la gran mayoría de los asistentes y los que leáis esto, estaremos de acuerdo y las consideraremos acertadas y altamente valorables.
Pues bien, ( aquí llega la reflexión jeje), si estamos de acuerdo en esas tres ideas, ¿ Por qué aceptamos que haya gente que se quiera apoderar del concepto de la familia?... ¿ Por qué aceptamos que esa gente se autoproclamen defensores de la familia?... ¿ Por qué aceptamos que estas personas digan qué es una familia y qué no?
Personas que se basan para ello, solamente en la estructura de la familia, en quién la forma o en la orientación sexual de quien la forma. Personas que no valoran a las personas por su esencia, que no analizan a la familia desde la perspectiva adecuada, ya que no la valoran desde lo que transmite sino desde la estructura que tiene.
Porque si estamos de acuerdo en que una familia saludable es la que transmite todos esos valores y actitudes, debemos estar de acuerdo en que una familia monoparental, una familia con cónyuges separados que aporten hijos a la nueva pareja, una familia formada por una pareja de homosexuales y sus hijos… PUEDE SER, SIN NINGUNA DUDA, UNA BUENA FAMILIA.

sábado, 23 de abril de 2011

HE CAMBIADO

El otro día lo sentí. Fue de esas veces en la vida en que notas cómo un resorte interno te salta y  te da a entender que algo ha cambiado en ti. En este caso, se trata de algo banal para la mayoría de los que leáis esto (si lo lee alguien jeje), pero para mí va a suponer un cambio grande y a la vez positivo.
Se trata de mi cambio de perspectiva en lo que se refiere al fútbol. Sí, el fútbol, ese deporte que tanto he jugado y que tanto me gusta y me apasiona. Ese deporte del que todo el mundo opina y muy muy pocos  lo entienden… muy poca gente se atreve a opinar de arte sin entenderlo, pero con el fútbol es diferente, todo el mundo sabe, todo el mundo entiende y todo el mundo tiene la razón.
Hace un tiempo ya decidí que nunca discutiría sobre fútbol con quien no supiese, que no volvería a perder el tiempo y así lo mantengo. Pero ahora daré un paso más.
El paso consiste en que me centraré solamente en el fútbol en su sentido estricto, disfrutaré lo que es el juego, ese maravilloso juego lleno de detalles y matices , sin importarme los “ villaratos”, “manitas”, “pitadas al himno”, “piqué hijo de puta”, "ese portugués hijo puta es"…. Que no son más que el pienso con el que unos ultras creadores de opinión alimentan el fanatismo de un  rebaño al que necesitan para enriquecerse. Pues bien, yo me salgo de ese rebaño.
De ninguna manera, con esto quiero decir que elimino cualquier componente emotivo al fútbol. Me seguirá gustando que gane el Barcelona y molestando que pierda. Pero tanto la victoria como la derrota formarán parte del juego, serán una consecuencia del mismo, y nunca una causa para dar rienda suelta a emociones como el odio, la ira, la prepotencia, la burla..
Como en todos los cambios, las causas para que se produzcan han sido varias:
En primer lugar, desde hace un tiempo leo un blog de fútbol en el que se habla solamente de eso, de fútbol. Analizándolo desde sus tres vertientes: técnica, táctica y psicología. Compuesto por  un grupo reducido de gente con un conocimiento del juego muy muy superior a la media y en el que cualquier comentario ofensivo es eliminado.
Esta página me ha ayudado a comprender mejor el juego y a entender que con lo interesante que es todo lo que pasa dentro del campo, es una pérdida de tiempo y energía centrarte en lo de afuera.
Además es reconfortante ver cómo personas simpatizantes de equipos rivales son capaces de debatir con argumentos y educadamente, creándose un clima de respeto total, e insisto centrándose solamente en el fútbol. Un foro en el que prima la objetividad: si un jugador es bueno o hace una cosa bien, no influye que sea de mi equipo o no, para reconocerlo.
Otro motivo para mi cambio, tiene que ver  con el hecho de que hoy tengamos este enfrentamiento Real Madrid – Barcelona. Es un lujazo para los que nos gusta este deporte, tener tan cerca a los dos mejores equipos del mundo, dirigidos por los dos mejores entrenadores del mundo ( en mi opinión Mourinho es el mejor). Pues lo dicho, me parece una pasada poder disfrutar de lo que esta gente nos puede ofrecer, como para prestarle atención al pienso que nos quieren hacer comer 4 ultras con conocimientos limitadísimos del juego.
Y por último, otro factor, es el espectáculo lamentable que he vivido en el facebook, ojo, un espectáculo del que yo también habré sido cómplice e incluso protagonista. Donde después del partido de copa ( un PARTIDAZO, entre dos equipazos, con dos super entrenadores, con mil detalles técnicos y tácticos, con un resultado de 1- 0 en la prórroga) todo queda reducido a “catalanes mamármela” “viva España” “iros a vuestro país”… que conste que si el resultado hubiese sido al contrario los comentarios por la otra parte no habrían sido más inteligentes tampoco.
Sé que como todo cambio, éste también traerá consecuencias.
Socialmente me va a afectar, ya que no pienso interactuar en comentarios derivados del fútbol que no sean sobre el juego, lo que va a hacer que mi número de apariciones en el espacio social de moda, el facebook, vaya a reducirse.
Pero psicólogicamente me va a ser muy beneficioso. Me permitirá ver los partidos sin “miedo” a recibir comentarios de burla o a sentir profunda tristeza o rabia por culpa de una derrota. Así como a no necesitar la victoria para emitir ese tipo de comentarios yo.
No se si será prepotente o pareciese que me quiero incluir en una especie de élite que mira por encima del hombro a los demás.
Me da igual, por respeto a los demás, a mi bienestar psicológico y al deporte que tanto me gusta, prefiero centrarme en él y abandonar el rebaño.

miércoles, 20 de abril de 2011

NO HAY QUIEN LOS ENTIENDA

A: Hola B, cómo estás?
B: Muy bien aquí leyendo el periódico, y tú que tal A?
A: No me quejo, y qué pone el periódico?
B: Pues acabo de ver que la Unión Europea quiere crear un macroestado, que aglutine a todos los países de la Unión
A: Eso es una barbaridad!
B: No te parece bien?
A: Cómo coño me va a parecer bien??!!, quieren que dejemos de ser españoles!!
B: No dejaríamos de ser españoles, simplemente pasaríamos a formar parte de un estado más grande y con otro nombre
A: Para mí es lo mismo, en mi dni, en mi pasaporte.. dejaría de poner que soy español y pondría que soy europeo, yo me siento español y eso nunca dejará de ser así, nos hemos creado la identidad a través de los siglos, con nuestra propia historia, nuestra propia cultura, nuestra propia lengua…. Que esa es otra.. qué va a pasar con nuestra lengua entonces?
B: La lengua oficial sería el inglés, pero cada estado perteneciente, podrá mantener su lengua como cooficial
A: Eso es una mierda! Yo voy a hablar la lengua que siempre he hablado, la que me enseñaron mis padres, la que le enseñaron mis abuelos a mis padres, la que le enseñaron mis bisabuelos a mis abuelos…. Y por supuesto la que yo le voy a enseñar a mis hijos
B: Ya..
A: Y otra cosa.. yo quiero que sigamos teniendo decisión en nuestros asuntos propios, que no nos manden desde un estado central… ufff y los impuestos qué??? Vamos a dar nuestros impuestos a Portugal, Grecia, Rumanía… a esos que producen menos riqueza que nosotros y  que están más atrasados industrialmente?? Eso es de locos!!!
B: Ya… bueno pasamos de página mejor, que te veo alterado, no?
A: Sí pasa, pasa… joder ahora una noticia sobre catalanes lo que faltaba… malditos nacionalistas, no hay quien los entienda!!!

jueves, 31 de marzo de 2011

QUÉ FUE ANTES?

A: Hola B, cómo estás?
B: Muy bien, aquí ando leyendo el periódico. Y tú qué tal, A?
A: Bien, para qué quejarnos.. y qué pone en el periódico?
B: Bueno, estaba en las páginas de política, pero a mí la política ni me gusta ni la entiendo..
A: Pues eso está muy pero que muy mal, la política es muy importante. Qué han escrito?
B: Dicen que el PP aventaja aún más al PSOE en intención de voto de cara a las elecciones generales
A: Normal!!!
B: Ya… tú a quién vas a votar?, si no es mucha indiscreción
A: Vaya pregunta!!! A quién va a ser!!?? Al PP, sin ninguna duda
B: Y por qué vas a votar al PP?
A: Joder qué preguntitas…. Pues por la crisis económica tan grave que atraviesa España, pareces tonto eh! Es el único partido que nos puede sacar de esta situación.
B: Hay quien dice que la crisis económica es global y que España se ha visto “arrastrada”
A: Arrastrada? Por los cojones! Hay crisis en todo el mundo sí, pero es que nosotros estamos a la cola de Europa, con un déficit brutal y un paro del 20,3 %... de eso tienen la culpa otros???
B: Hay quien dice que eso es debido a que en la época de bonanza económica, fuimos los que más crecimos y que por eso ahora la bajada ha sido más acentuada
A: Eso es una gilipollez!!... va pasa de página que me estás poniendo de los nervios
B: Ya… bueno… mira otra encuesta… esta dice que en los sondeos sobre las elecciones autonómicas, el PP vuelve a sacar mayoría absoluta, incluso con más diferencia que en las pasadas
A: Normal!!!
B: Sí??? Tú vas a votar al PP?
A: Pues claro, no me has escuchado en todo este tiempo o qué?
B: Sí, pero es que en la Comunidad Valenciana, gobierna el PP y también atraviesa una grave crisis económica
A: Ya, porque estamos dentro de España y nos hemos visto “arrastrados” por el gobierno de Zapatero
B: Entiendo…  pero de entre todas las comunidades, nosotros estamos muy a la cola en déficit público y nuestra tasa de paro es del 23%
A: Lógico, nosotros fuimos de las comunidades que más había crecido y ahora la caída ha sido más dura
B: Ah… entiendo…
A: No sé yo si lo entiendes, porque preguntas cada cosa..
B: Sherlock Holmes siempre encontraba el culpable de sus casos a través de las pistas o evidencias
A: mmm?
B: Pues que tú actúas justo al revés… tienes claro desde el principio quien es el culpable y a partir de ahí, seleccionas y moldeas las pistas que lo corroboran
A: mmmmm???
B: Quiero decir que tú no votas a quien consideras oportuno según tus ideas y opiniones sino que, tienes claro a quién votar y a partir de ahí, seleccionas y moldeas tus ideas y opiniones para que concuerden con esa decisión prestablecida
A: mmmmmmmm… rojo cabrón!

martes, 22 de marzo de 2011

El país que se creía rico

Hace tiempo leí un artículo que hablaba sobre la crisis económica en España. Tema poco original pensareis con razón. Pero lo que me llamó la atención fue desde la perspectiva que la explicaba.

Trata de explicar la crisis sin hablar de Pepés, Pesoes, paro, riesgo de deuda... sino que lo explica partiendo de una visión sociológica, psicológica... en definitiva una dimensión humana.

Y es que siempre he pensado que la economía la hacen las personas, y las personas somos pensamientos, actitudes y conductas... por lo tanto esta visión me parece especialmente interesante.

Os copio el enlace entero y espero que os guste o al menos os haga penflexionar:


"Érase una vez un país que se creía rico. No tenía petróleo ni gas. Sus reservas minerales eran escasas y estaban casi agotadas. Su industria, mediocre y poco competitiva porque su mano de obra no era barata. Su agricultura dependía de un regadío deficitario de agua y gran consumidor de energía. Apenas tenía tecnología propia ni investigaba lo suficiente para conseguirla. Y sin embargo se creía rico.

También sus habitantes creían poder vivir a todo plan. Veían natural gozar de un alto nivel de vida, tener muchas prestaciones sociales, trabajar lo menos posible, cultivar el ocio como objetivo vital y tener la vida asegurada. Eran gentes que valoraban mucho sus derechos y se sentían poco comprometidas con sus deberes. Jamás se planteaban por qué vivían tan bien cuando la mayor parte del planeta pasaba calamidades.

Y lo curioso es que no siempre había sido así. Hacía cuarenta años era un lugar modesto, de gente con alpargatas, escasas libertades y aislado del mundo. Con un trabajo ímprobo, ilusión colectiva y afán por mejorar, se había convertido en un estado moderno, desarrollado y alto nivel de vida. Pero, sin saber por qué, había olvidado sus orígenes y la razón de su bienestar para pasar a creerse en la opulencia.

El país que se creía rico actuaba como si lo fuera. Se dotó de administraciones numerosas, con coches oficiales y asesores políticos hasta en el último pueblo. La población pedía cada vez más de las arcas públicas, sin considerar que el nivel de vida no es un derecho adquirido sino algo que hay que ganarse día a día. Parecía natural tener una sanidad de vanguardia, educación de títulos fáciles y escaso esfuerzo, mayores pensiones, protección de desempleo compatible con una economía sumergida, y servicios urbanos de primera. Pero ni siquiera los estados más ricos del mundo se permitían tales lujos.

Los países son como las familias: austeros, donde todos trabajan codo con codo, ingresan más que gastan y ahorran para los momentos difíciles; muy ricos, con cuantiosos patrimonios y rentas, que viven muy bien pero evitan el despilfarro para no verse algún día en la ruina; y los que se creen pudientes sin serlo, no tienen patrimonio, pero gastan mientras haya un banco que les preste. Cuando les cortan el crédito, se acabó. Nunca volverán los días dorados donde vivían opulentamente a cambio de nada.

El país que se creía rico había abusado del préstamo. Cualquier ciudadano conseguía un crédito, sin capacidad real de devolución, para adquirir viviendas, coches o bienes a un precio ficticio muy superior al valor real. Sus fabricantes se frotaban las manos por el dineral que ganaban vendiendo caro. Y pagaban bien a sus empleados que se sentían aun más ricos con buenos sueldos y viviendas costosas. El estado ingresaba mucho dinero de impuestos y regalaba más bienestar en prestaciones. Era una pescadilla que se mordía la cola y se cerraba en si misma dejando a todo el mundo satisfecho con su falsa riqueza.

Las grandes empresas también pedían dinero prestado para comprar otras compañías. No importaba un precio desproporcionado, total no había que poner ni un euro cuando todo era a costa del banco. Y así se sentían mucho más ricas. Remuneraban muy bien a sus ejecutivos, emprendían nuevas inversiones y se despreocupaban del riesgo que corrían.

Un día, los financieros de todo el mundo supieron que lo habían hecho muy mal y renunciaron a prestar. Realmente ya no les quedaba nada que dejar.

Y el país, que actuaba con la alegría de una familia modesta que dilapida los préstamos y disfruta como la cigarra, sin pensar que deberá devolverlos, se enteró una mañana del final del crédito. Tocaba apretarse el cinturón y afrontar la triste realidad de sus limitadas posibilidades.

Ya nadie podía comprar casas, apartamentos ni coches. Los fabricantes no vendían y despedían a sus empleados. La gente iba al paro y volvía la cabeza hacia el Estado pidiendo ayuda. Pero como no había ya negocios ni sueldos, tampoco se recaudaban impuestos. Ahora era Hacienda quien debía pedir préstamos.

El país que se creía rico quiere pensar que sufre una crisis pasajera. Una especie de gripe de la que pronto se levantará como si nada. Y la política, que odia disgustar al pueblo, habla de un mal general y transitorio con el que no hay que angustiarse porque, mientras dure, ahí está el Estado para mantener el nivel de vida y bienestar de sus ciudadanos.

Un día, alguien tendrá que decir que nada volverá a ser como antes, cuando todo era un falso espejismo.

Que un país no puede vivir en plan rico, si no lo es, ni sus arcas públicas mantener un falso nivel de vida durante mucho tiempo. Y que le espera una larga y dura senda de trabajo, sacrificio y realismo hasta conseguir hacerse rico de verdad. Pero eso será otra historia que, por supuesto, tendrá un final feliz."

JOSÉ LUIS MANZANARES JAPÓN

martes, 15 de marzo de 2011

TODOS SOMOS FAG

Este verano entraron a robar en mi piso.  Rompieron el bombín y pasaron a llevarse lo que consideraron oportuno.  Después llegó el cerrajero del seguro y después la policía científica, ambos me dijeron que los ladrones habrían tardado unos dos minutos en forzarme la puerta  y ambos coincidieron también al darme una solución: el cerrojo marca FAG.
Se trata de un cerrojo que se ancla a la puerta y a la pared, el típico cerrojo de toda la vida.
Según el policía, este cerrojo no es, para nada, inquebrantable. Si tardaron a forzarme la puerta dos minutos, con este suplemento de seguridad, tardarían una media hora, y además harían más ruido.
Y, es que, esta es la principal virtud, del cerrojo; es un elemento disuasorio. Si los ladrones lo ven, como van a hacer un atraco “express”, no les compensa emplear ese tiempo y ese ruido en intentar abrir la puerta, e irán a otra que no lo tenga, digamos que pasamos la patata caliente.
Es aquí, donde nos podemos identificar con el cerrojo FAG. Hay tantos ámbitos de nuestra vida, tantas personas, tantos aspectos de nuestra sociedad, donde se valoran las cosas, no por lo que son en sí, sino por lo que representan   y por lo que llegan a diferenciarnos y a hacernos creer mejores y menos vulnerables que los demás.
Tenemos un coche FAG que representa status, tenemos ropa FAG que nos hace parecer más guapos que la persona de al lado, tenemos convicciones FAG que nos autoengañan para sentirnos menos vulnerables….
En definitiva, somos una sociedad FAG,  una sociedad del “aparentar  y comparar” frente a lo que debería ser una sociedad del “ser y valorar “

domingo, 27 de febrero de 2011

Depende, de qué depende

Recuerdo  que de pequeño no me gustaba nada que mi madre se reuniese en casa con sus amigas. Más concretamente me molestaba que hablase de mí con sus amigas. Y más concretamente, me molestaba oír y darme cuenta de que estaba hablando de mí con sus amigas.
No entendía por qué tenía que hacer eso, con la de temas de conversación que hay: cine, televisión, política, deporte, ropa, cotilleos… el clima..; pero no, siempre había que hablar de: “pues mi hijo….”
Si yo con mis amigos nunca hablaba de mis padres, por qué ella siempre hablaba de mí ? Recuerdo, que, con el tiempo, le llegué a expresar mi duda y malestar, recibiendo el silencio y el enfado por su parte.
A día de hoy, todo eso me parece la punta del iceberg, ya que mi reflexión va más allá, y se centra en esa especie de “transferencia ” que hacen ciertas madres, de su vida a la de sus hijos, es decir, dejan de atender muchos aspectos que antes atendían y se focalizan únicamente en su hijo.
Se preocupan menos por su relación de pareja ( a él se lo encontraron en la calle y al hijo lo parieron después de nueve meses en su vientre); descuidan más su apariencia física; descuidan sus hobbies y relaciones sociales…. Y no sólo por la evidente falta de tiempo sino porque en el momento de ser madres hipotecan su felicidad a la felicidad de su hijo.
Quizá sea por una diferencia entre géneros, entre lo que se ha construido que es “una madre” y “un padre”. Ciertamente, si hiciésemos el experimento de medir el tiempo que se habla de los hijos en una reunión de madres primerizas,  frente a una reunión de padres primerizos, creo que los resultados serían reveladores.
En definitiva, no sé si será porque todavía no soy padre, por mi condición de hombre, por lo que todos hemos aprendido que debe ser un hombre,  porque soy una persona fría, porque soy un egoísta repugnante, por ninguna de éstas o por todas las anteriores, pero no comparto esa renuncia tan grande.
Entiendo que es un gesto de generosidad absoluta, volcar tu vida en otro…. Pero sigo manteniendo que necesitar a alguien, sea una pareja o un hijo, para sentirte pleno, necesitar la felicidad de otro para sentirte feliz, me parece triste. Me parece más, una muestra de debilidad y dependencia que de generosidad.


jueves, 17 de febrero de 2011

Manos, labios y mejillas

14:55 horas de cualquier viernes, de cualquier semana, de cualquier mes de 1994. Suena el timbre que anuncia el fin de la última clase, del último día de la semana del primer curso de BUP. La gente recoge los libros, bolígrafos y cuadernos, se pone la mochila al hombro y sale rápidamente por la puerta de clase. Risas en los pasillos, se puede respirar el alboroto y la alegría por dejar atrás la semana y dar la bienvenida al fin de semana.
Con el fin de semana cambiaban muchas cosas: los horarios de dormir y despertar, la ropa que te ponías, las actividades que realizabas, el lugar donde comías… pero había un cambio que ya entonces llamaba mi atención, un cambio simple, un cambio al que seguramente poca gente destinó, siquiera un segundo, para analizarlo: el cambio del saludo.
Y es que, en el momento que acababan las clases, ya no nos saludábamos igual, lo cambiábamos como por arte de magia, porque sí. Pasemos a analizar el saludo de fin de semana, según tres vertientes:
1.       Cuándo: como hemos dicho este cambio en el saludo se producía en el período del fin de semana. Dándose su máxima expresión los sábados por la noche. Los viernes por la noche también quedaba claro. Las dudas y las interpretaciones diversas se daban las tardes de viernes, sábado y domingo (entendiendo la tarde hasta las 19:00) y las mañanas del sábado y domingo.

2.       Cómo: el cambio en sí se producía al pasar del saludo oral de entre semana, al saludo con contacto del fin de semana. Los chicos nos dábamos la mano y entre chicas, o, chico - chica nos dábamos dos besos. Lo anterior sirve como generalidad, pero encontramos diversas variantes.
Empecemos por el saludo entre chicos:
Fundamentalmente había dos opciones. La primera consistía en un apretón de manos formal, muy similar al que pueden darse dos Jefes de Estado. Sí, te saludabas como un Jefe de Estado, a los 14 años, con un amigo al que llamabas por un mote, justo antes de hacer cosas tan serias como jugar al futbolín o beberte un “semáforo” en una disco light, pero… te sentías un adulto… y era fin de semana, claro!
El segundo tipo de saludo era más informal, consistía en un choque entre las palmas, enfrentándolas de forma oblícua y entrelazándolas por el hueco entre el pulgar y el índice.
Al existir estas dos alternativas, lo más inteligente era, ante la primera vez que saludabas alguien, esperar un segundo a ver cómo ponía él la mano, para evitar la incómoda situación de haber elegido cada uno una alternativa distinta.
El saludo entre chicas creo que tampoco tenía mayor historia: colocar los labios propios en las mejillas ajenas.
Y en cuanto al saludo “mixto” de los dos besos, podían asaltarnos dudas como: apoyamos una mano en la otra persona?... si la apoyamos, dónde?, en el hombro?, en la cintura? En la parte posterior del cuello? (esta última era para avanzados, expertos casi profesionales)… qué mano apoyamos, izquierda o derecha?... damos los dos besos o ponemos la cara y besamos al aire?...

3.       A quién: al principio podías tener dudas en cuanto a quien debías saludar “a lo fin de semana”. En  si podías diferenciarlo por grupos (a tus amigos, a la gente de tu clase , a la gente de tu mismo curso pero de otra clase…).
Pero no, con el tiempo descubres que el saludo de fin de semana era global, nada de distinciones, era el paradigma de la igualdad. Le dabas la mano a tu mejor amigo, le dabas la mano a tu compañero de clase que te caía bien, pero  además, y, reconozco que este es el punto que más me hacía reflexionar…. Le dabas (o debías dar) la mano a ese chico de tu clase con el que  habías cruzado tres palabras; al chico de tu curso pero de otra clase al que apenas le decías hola por el pasillo; incluso al chico que te caía como el culo. Y con los besos a las chicas pasaba exactamente lo mismo…
Con lo que se producía ese fenómeno hipócrita pero socialmente establecido, que tanto me impactaba: dar la mano o dos besos a alguien el sábado por la noche, y ver a ese mismo alguien el lunes por el pasillo, y no decirle ni “hola”.

martes, 15 de febrero de 2011

El orgullo de estar orgulloso

22 de diciembre de 2010, una calle tranquila de una ciudad española, se oye un inusual alboroto, risas, gritos, aplausos, incluso algún cántico. Se acercan un cámara y una periodista y se disponen a entrevistar al hombre más entusiasmado: le ha tocado el Gordo de Navidad. Imaginemos que, ante la típica pregunta de la periodista sobre cómo se siente, el eufórico entrevistado contestase: " Estoy orgulloso de que me haya tocado el Gordo"

Seguramente al escuchar estas declaraciones en nuestras casas, a muchos nos sonaría extraño, pensaríamos "cómo se puede estar orgulloso de algo que te ha tocado por azar" "cómo vas a estar orgulloso de algo en lo que no has tenido ningún control ni mérito" "estarás contento, contentísimo o eufórico, pero no, no puedes estar orgulloso de eso" "es como decir que estás orgulloso de ser rubio o moreno, alto o bajo" " Vaya tontería acaba de decir este tipo"

11 de julio de 2010, una calle tranquila de una ciudad española, se oye un inusual alboroto, risas, gritos, aplausos, incluso algún cántico. Se acercan un cámara y una periodista y se disponen a entrevistar al hombre más entusiasmado: la selección española ha ganado el mundial. Imaginemos que, ante la típica pregunta de la periodista sobre cómo se siente, el eufórico entrevistado contestase: " Estoy orgulloso de ser español"

Seguramente al escuchar estas declaraciones en nuestras casas........

domingo, 13 de febrero de 2011

El porqué

Siempre he sentido atracción por el porqué de las cosas y por eso, ahora mismo, cuando escribo esta relación de letras agrupadas, no dejo de pensar en porqué he creado un blog.
Al tratar de responder a esta pregunta, mi pensamiento hace un desvío, y lo primero que contesta, es que no hay sólo uno, sino que seguro que hay varios porqués, y se desvía nuevamente para determinar que, sean unos o varios, siempre serán supuestos y subjetivos, ya que todos los porqués son cuestionables y personales.
Una vez dado el paseo por las ramas, retomo la pregunta inicial y me dirijo a esa respuesta que me inquieta...
Será el porqué de este blog la común necesidad de expresar y compartir nuestros pensamientos, inquietudes, sentimientos... de sentirnos así, parte de un grupo?
Será el porqué de este blog la habitual necesidad de aumentar nuestra autoestima, llevando a cabo acciones con la expectativa de que sean reforzadas por los demás?
Será el porqué de este blog la usual y narcisista necesidad de autorrealizarnos, de sentirnos exitosos y admirados?
Se unirá a lo anterior la, tan humana, y menos insana, envidia a quien ya va cubriendo esas necesidades, deseando repetir sus acciones para apoderarnos de su mismo éxito?
En fin, tantos porqués, cada uno lleva a otros, formando un bucle de dudas, de inquietudes, de sentimientos, de PENsamientos y reFLEXIONES que paradójicamente se convertirán en el alimento de este blog