jueves, 17 de febrero de 2011

Manos, labios y mejillas

14:55 horas de cualquier viernes, de cualquier semana, de cualquier mes de 1994. Suena el timbre que anuncia el fin de la última clase, del último día de la semana del primer curso de BUP. La gente recoge los libros, bolígrafos y cuadernos, se pone la mochila al hombro y sale rápidamente por la puerta de clase. Risas en los pasillos, se puede respirar el alboroto y la alegría por dejar atrás la semana y dar la bienvenida al fin de semana.
Con el fin de semana cambiaban muchas cosas: los horarios de dormir y despertar, la ropa que te ponías, las actividades que realizabas, el lugar donde comías… pero había un cambio que ya entonces llamaba mi atención, un cambio simple, un cambio al que seguramente poca gente destinó, siquiera un segundo, para analizarlo: el cambio del saludo.
Y es que, en el momento que acababan las clases, ya no nos saludábamos igual, lo cambiábamos como por arte de magia, porque sí. Pasemos a analizar el saludo de fin de semana, según tres vertientes:
1.       Cuándo: como hemos dicho este cambio en el saludo se producía en el período del fin de semana. Dándose su máxima expresión los sábados por la noche. Los viernes por la noche también quedaba claro. Las dudas y las interpretaciones diversas se daban las tardes de viernes, sábado y domingo (entendiendo la tarde hasta las 19:00) y las mañanas del sábado y domingo.

2.       Cómo: el cambio en sí se producía al pasar del saludo oral de entre semana, al saludo con contacto del fin de semana. Los chicos nos dábamos la mano y entre chicas, o, chico - chica nos dábamos dos besos. Lo anterior sirve como generalidad, pero encontramos diversas variantes.
Empecemos por el saludo entre chicos:
Fundamentalmente había dos opciones. La primera consistía en un apretón de manos formal, muy similar al que pueden darse dos Jefes de Estado. Sí, te saludabas como un Jefe de Estado, a los 14 años, con un amigo al que llamabas por un mote, justo antes de hacer cosas tan serias como jugar al futbolín o beberte un “semáforo” en una disco light, pero… te sentías un adulto… y era fin de semana, claro!
El segundo tipo de saludo era más informal, consistía en un choque entre las palmas, enfrentándolas de forma oblícua y entrelazándolas por el hueco entre el pulgar y el índice.
Al existir estas dos alternativas, lo más inteligente era, ante la primera vez que saludabas alguien, esperar un segundo a ver cómo ponía él la mano, para evitar la incómoda situación de haber elegido cada uno una alternativa distinta.
El saludo entre chicas creo que tampoco tenía mayor historia: colocar los labios propios en las mejillas ajenas.
Y en cuanto al saludo “mixto” de los dos besos, podían asaltarnos dudas como: apoyamos una mano en la otra persona?... si la apoyamos, dónde?, en el hombro?, en la cintura? En la parte posterior del cuello? (esta última era para avanzados, expertos casi profesionales)… qué mano apoyamos, izquierda o derecha?... damos los dos besos o ponemos la cara y besamos al aire?...

3.       A quién: al principio podías tener dudas en cuanto a quien debías saludar “a lo fin de semana”. En  si podías diferenciarlo por grupos (a tus amigos, a la gente de tu clase , a la gente de tu mismo curso pero de otra clase…).
Pero no, con el tiempo descubres que el saludo de fin de semana era global, nada de distinciones, era el paradigma de la igualdad. Le dabas la mano a tu mejor amigo, le dabas la mano a tu compañero de clase que te caía bien, pero  además, y, reconozco que este es el punto que más me hacía reflexionar…. Le dabas (o debías dar) la mano a ese chico de tu clase con el que  habías cruzado tres palabras; al chico de tu curso pero de otra clase al que apenas le decías hola por el pasillo; incluso al chico que te caía como el culo. Y con los besos a las chicas pasaba exactamente lo mismo…
Con lo que se producía ese fenómeno hipócrita pero socialmente establecido, que tanto me impactaba: dar la mano o dos besos a alguien el sábado por la noche, y ver a ese mismo alguien el lunes por el pasillo, y no decirle ni “hola”.

4 comentarios:

  1. Siempre has sido un maestro de esta materia,jeje, y saber que te tachaban "orgullosos" de antipático y seco por no ser seguidor de algo que no entendías y compartías, otro muestra más de "nuestra" inculta "suciedad" jeje.

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  2. jeje si, el mismo que viste y calza!!

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  3. No te has dado cuenta que pasa lo mismo en los lugares de trabajo??? A poco que sea una empresa grande... zas! el efecto saludos aparece...

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